viernes, 15 de marzo de 2013

Yoga Iyengar



Iyengar es un tipo de yoga que se cree es practicado por más de 2 millones de personas en el mundo.   Es una yoga que ayuda a desarrollar un estilo de vida saludable, una buena postura, balance y relajamiento a través de la practica constante y cuidadosa de series de movimientos (llamados asanas).  
En Iyengar las asanas se practican con mucha concentración, estando consciente de cada movimiento . Las asanas se practican con énfasis en el perfeccionamiento, la precisión y la concentración de las poses.  

La yoga Iyengar usa las asanas y la forma de respiración "Pranayama". La respiración Pranayama y la concentración en las poses induce a un estado de meditación.  Con la concentración en las poses Iyengar ofrece una forma de ejercicio que es físico y espiritual.   La yoga Iyengar ha sido definida como meditación en movimiento.     

Como todas las yogas, la Iyengar ayuda a relajarse, disminuye la tensión del sistema nervioso y ayuda al auto-conocimiento.   Algunas personas se refieren a la yoga Iyengar como la “yoga intelectual” mientras que otros creen que es una yoga más física debido a su énfasis en las poses.

lunes, 11 de marzo de 2013

Temascal Postparto


Hola hermosas Mamás, las invitamos a vivir una experiencia sanadora.
Un temascal POSTPARTO grupal en Centro Niyama. 
Sera una convivencia extraordinaria donde trataremos temas sobre la maternidad
y muchos de los beneficios que encontramos al tener contacto con esta sabiduría ancestral.


viernes, 8 de marzo de 2013

Yoga y la Mujer


“El Yoga no es una disciplina que pueda sólo estudiarse o simplemente seguirse. Hay que experimentar y sentir, puesto que, mediante esta vivencia profunda se espiritualiza la práctica”

El yoga puede ser practicado por cualquier persona, antiguamente y por muchos siglos la práctica estuvo prohibida para las mujeres.  Hoy  el género mujer  pierde su recato y dulzura, a la vez que adopta hábitos como beber alcohol o fumar. Modos de hablar y gestos varoniles.
 Las mujeres experimentan cada vez más que, pueden llegar a transformar su vida, su estado de ánimo, su sexualidad y sus relaciones de pareja, laborales y con la familia.

 La exigencia del mundo de hoy es que continúe sus actividades y olvide su naturaleza. La mujer es un ser delicado y especial que requiere ejercitar su cuerpo y calmar su mente.

 A pesar de que el yoga se ha vuelto muy popular en últimas fechas, pocas mujeres saben los grandes beneficios que puede traer a su salud. Con la práctica del yoga, la mujer contribuye a regular su sistema glandular, deja las fantasías de un cuerpo sano para conseguir la armonía y estabilidad emocional que le traen juventud, bienestar y una mejoría en su estado anímico.

EL YOGA IYENGAR, es para toda mujer, niñas, jóvenes y adultas, sin importar la edad o la flexibilidad. Su práctica permite que, poco a poco, los desajustes hormonales se vayan regulando, de manera que ese mal humor o ese sentimentalismo que aparece mes con mes, las alteraciones de la menopausia o de la pubertad, sean menos dramáticos y más llevaderos.
 En el campo de la sexualidad, puede superar la frigidez o la represión, pues le es más fácil aceptar y mover su cuerpo y explorarse viviendo el sexo de manera gozosa y responsable.
Para la mujer es fundamental relajarse, sólo de esta manera puede aflorar su delicada sensibilidad femenina. El yoga tiene respuestas concretas para mujeres de todas las edades y en todo tipo de condiciones: ayuda a prevenir el cáncer de mama, a mantener el peso ideal, a aminorar los pechos hinchados o los cólicos menstruales, a superar la depresión o el ánimo decaído, a descubrir su propósito de vida abriendo su intuición.

También se puede practicar en el embarazo, contribuyendo a la conexión espiritual de la madre y el bebé y a un parto más confortable mediante el control de la respiración. Con los ejercicios, las respiraciones, las posturas y la meditación del yoga, su vida se llena de gracia y armonía y aprende a lidiar con sus propios ritmos de una manera fluida.
La práctica de yoga hace que las mujeres no estén tan preocupadas por su peso y apariencia física y tengan hábitos alimenticios más saludables.

El ciclo menstrual, con las consiguientes transformaciones hormonales, psicológicas y anímicas el climaterio y la menopausia, que le suponen inmensos cambios físicos y psíquicos y que acompañan el paso a una época de la vida en la que se comienza una valoración diferente de la maternidad (por ejemplo, coincide con la separación de los hijos) y de otros aspectos importantes de la edad y la existencia. El paso de la mujer por esta etapa no es fácil.
Por lo tanto, el cuerpo y las energías de la mujer, lógicamente, deben tratarse y regularse teniendo en cuenta otras consideraciones . NINGÚN EJERCICIO propone o, compensa, o estimula el proceso de desarrollo de la mujer.

 En cambio el Yoga facilita, como ninguna otra disciplina, una continua renovación mediante las técnicas e instrucciones adecuadas destinadas a enriquecer y favorecer la armonía, el respeto a sí misma, la actitud que proyecta energía y vida y la posibilidad de vivir la práctica del Yoga como una experiencia del cuerpo entero y desde su feminidad (cuerpo físico, cuerpo energético y cuerpo espiritual).
La disponibilidad a los cambios (al movimiento y transformación energéticos) es el punto de partida de cualquier camino interior o de crecimiento espiritual (o simplemente personal). La mujer está acostumbrada a ello y vive estos cambios constantemente. Así que, el Yoga debería facilitarle, no el acceso como tal (que ya es algo intrínseco), sino el trayecto, la armonización y la canalización de esas energías.

Otro dato esencial es el hecho de que las mujeres han participado siempre de manera muy cercana e importante en los momentos más trascendentes de la vida.
Históricamente, la mujer ha ejercido profesiones y roles relacionados con el cuidado de enfermos, con el nacimiento, la asistencia social, la educación de los niños, la atención a los ancianos, el acompañamiento de los familiares moribundos, etc. Sin duda, esta situación, que le ha exigido durante décadas un comportamiento templado frente al dolor propio y ajeno y una gran fortaleza interior ante los duros momentos de la vida, favorecen, de forma muy especial y sutil, una mayor disponibilidad a buscar respuestas, a escuchar su interior, a trascender y a encontrar un sentido a la vida.

Resulta evidente que muchas de las características de lo femenino están en completa sintonía con una disciplina que, aunque comienza con el trabajo del cuerpo, lleva hacia el desarrollo de una atención permanente, de una profunda e intensa escucha y de una dimensión íntima y trascendental.

La energía de la mujer se mueve desde otros planos y circula en direcciones algo diferentes a los hombres. Las âsanas, los prânâyâmas, las meditaciones, la actitud y la predisposición de la mujer durante su sâdhana (práctica de yoga) tendrían que tomar en consideración esta forma “circular” y dúctil de la energía femenina.